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Salud bucal en niñez y adolescencia: ¿cómo cuidarla?
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Salud bucal en niñez y adolescencia: ¿cómo cuidarla?

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Las conductas y prácticas de higiene deben implementarse antes de la aparición del primer diente y, por esto, durante la niñez es responsabilidad de los cuidadores garantizarla. En tanto, en la adolescencia el cuidado de la salud bucal debe apoyarse en las y los odontólogos, siendo determinante el control periódico, los programas preventivos y el autocuidado. 

 

A partir de la aparición del primer diente, las personas responsables del cuidado de las infancias deben ocuparse de su limpieza con gasa o con un cepillo siliconado, sin pasta dental. Esto se debe a que  los dientes temporarios (de leche) son necesarios para masticar, hablar y sonreír, pudiendo ser afectados por la caries. Además, resultan determinantes para marcar la posición de los dientes definitivos y el desarrollo del habla.

 

Por eso es necesario adoptar y fomentar hábitos de cuidado e higiene bucodental como el cepillado después de cada comida y una alimentación variada, limitando el consumo de golosinas, gaseosas, aguas saborizadas y jugos artificiales. Además, se debe tener en cuenta que el cepillado de menores de 6 años tiene que ser supervisado por un adulto. En el caso de los bebés, nunca debe endulzarse el chupete ni la mamadera, ni permitir que duerman con la mamadera en la boca.

 

Cuidar la boca desde antes de la salida los dientes

Las conductas y prácticas de higiene deben implementarse antes de la aparición del primer diente. Una de las formas es, después de alimentar al bebé, enjuagar las encías con un paño o limpiarlas suavemente con agua y un cepillo de cerdas suaves. 

 

En relación a los hábitos de succión, el uso prolongado del chupete o la succión del pulgar puede incidir negativamente en la forma de la boca y la alineación de los dientes. Para estar alertas frente a potenciales problemas, con la visita cada seis meses al odontólogo se pueden detectar cambios en la mordida e incentivar el abandono del hábito de succión.

 

Adolescencia y bienestar bucodental

Desde la preadolescencia, entre los 10 y 13 años de edad, hasta iniciada la adultez (entre los 21 y 25 años) las personas transitan un período marcado por desequilibrios e inestabilidades. En esa etapa suceden cambios hormonales y modificaciones del crecimiento en general, variaciones en el peso y en las proporciones del cuerpo. Estos cambios suceden tan rápidamente que a los adolescentes les cuesta adaptarse. 

 

Los cambios hormonales, la dieta y los hábitos de higiene deficientes potencian los riesgos para el bienestar bucodental. Por esta razón es determinante el control periódico, los programas preventivos y el autocuidado. Este último debe incluir, además del correcto cepillado y una alimentación equilibrada baja en azúcares, el uso de hilo dental y enjuagues bucales.

 

Piercings, alcohol, tabaco. Una de las conductas frecuentes de los adolescentes que podría afectar la salud bucal es el uso de piercings en esa zona del cuerpo. Por ejemplo, los piercings en la lengua son capaces de astillar dientes al masticar, hablar o dormir. La fractura puede limitarse al esmalte o ser más profunda, derivando en un tratamiento de conducto o la extracción de la pieza dentaria.

 

Otros de los hábitos que suelen aparecer en la adolescencia son el consumo de alcohol, fumar y llevar una alimentación desordenada. Estas conductas perjudiciales para la salud bucal del adolescente podrían desencadenar otras dolencias en la vida adulta. 

 

Traumatismos en la cavidad bucal. Si bien los mismos pueden ocasionarse en cualquier edad, es en la adolescencia donde aumentan los casos asociados a impactos en la zona bucal y cabeza durante peleas, accidentes de tránsito o en la práctica de deportes. En relación a esto último es recomendable el uso de protectores bucales para disminuir el impacto y reducir las lesiones.

 

Para cuidar la salud bucal es necesario adoptar y respetar hábitos de higiene como el cepillado después de las comidas, el uso de hilo dental y enjuagues bucales, llevar una alimentación balanceada, mantenerse hidratado, e ir al odontólogo al menos dos veces al año para detectar problemas y solucionarlos antes de que empeoren.